Los veterinarios actúan como garantes de la salud pública y protegen a su mascota de importantes enfermedades víricas, parasitarias y bacterianas, muchas de las cuales pueden alcanzar extrema gravedad y una alta mortalidad (moquillo, parvovirosis, leishmaniosis, babesiosis y erliquiosis), y otras que pueden transmitirse al ser humano que cohabita (rabia, leptospirosis, tiña, ascaridiosis, hidatidosis, etc)