Al finalizar cada temporada de caza, más de 50.000 galgos son colgados de árboles, arrojados a pozos, quemados vivos, inyectados con lejía, o descoyuntados a golpes en España, según denuncia la Federación de Asociaciones de Protección Animal (FAPA), que ha presentado ante el Ministerio de Medio Ambi