Según el experto, podemos aislar tres dimensiones del vínculo lo que permite identificar el patrón de interacción, lo que la persona hace con el animal; el vínculo emocional, los beneficios emocionales que tiene la convivencia; y, por último, el coste percibido, porque es cierto que tener un animal supone un coste para la persona, no solo financiero, ya que a veces también te supone limitaciones